lunes, 8 de marzo de 2010

MUNDANAL RUIDO



Pasos

Aunque camino
en medio de las cajas resonantes
por doquier alzadas
pocas veces me olvido de ti,
y si lo hago
es para revisitarte con más fuerza.

VITA NUOVA V-VII


V
Ocurrió un día en que esta gentilísima se hallaba en un lugar donde se oían alabanzas a la Reina de la gloria (1), y yo en el sitio de donde podía ver mi felicidad: y en el medio, entre ella y yo, en línea recta, había una dama gentil de muy agradable aspecto, que me miraba con insistencia, maravillada de mi mirada que parecía terminar en ella. De lo cual muchos advirtieron su mirar. Y tanto en ello fijada la mente estaba, que, al salirme del lugar, sentí decir a mi lado: Mira como la tal dama destruye la persona de éste (2). Y como la nombraron comprendí que hablaban de aquella que estaba situada en la línea recta que iba de la gentilísima Beatriz y terminaba en mis ojos.

Entonces me reconforté mucho, al cerciorarme que por mi mirada no había sido revelado mi secreto a otros en aquel día: e inmediatamente pensé hacer de esta gentil dama como un reparo de la verdad (3); y tanto hice que en poco tiempo creyeron conocer mi secreto la mayoría de las personas que hablaban de mí. Con esta dama me escondí algunos años y meses: y para incrementar la creencia de los demás, escribí para ella algunas cosillas en rima, que no es mi intención reproducir aquí, sino en cuanto trataran de aquella gentilísima Beatriz; pero las dejaré a todas, salvo que algo escribiré que parezca que fuera en su alabanza.

VI
Digo que en ese tiempo en que esta dama era reparo de tanto amor, en cuanto a mí me vino una fuerte voluntad de querer recordar el nombre de aquella gentilísima y de acompañarlo con otros muchos nombres de damas, y especialmente con el nombre de esta gentil dama; y tomé el nombre de sesenta de las más bellas damas de la ciudad en la que mi dama fue puesta por el Señor Altísimo, y compuse una epístola en forma de serventesio(4), la cual no transcribiré: y no la habría mencionado sino para decir que, componiéndola, maravillosamente ocurrió, que el nombre de mi dama no sufriera estar en ninguno otro lugar sino en el noveno entre los nombres de estas damas (5).

VII
La dama con la cual había logrado celar mi voluntad tanto tiempo, ocurrió que se retirara de la dicha ciudad y se fuera a una región muy lejana: por lo cual, temeroso de haber perdido mi bella pantalla, quedé tan desconsolado más de lo que yo mismo hubiera podido creer antes. Y pensando que, si no hablara yo de su partida de alguna manera dolorosamente, las gentes cuenta tarde o temprano se darían de mi recurso, me propuse lamentarme algo en un soneto, el cual transcribiré; aunque mi Dama fue la razón de ciertas palabras que están en el soneto, como verá quien lo entienda (6). Y entonces dije este soneto:

OH VOSOTROS QUE POR EL CAMINO DE AMOR ANDAIS,
atended, y observad
si hay dolor alguno, como el mío, grave:
Y solo ruego que a oírme sufráis:
y después imaginad
que soy yo de todo dolor morada y llave.
Amor, no ya por mi poca bondad,
sino por su nobleza,
me puso en una vida tan dulce y suave,
que detrás de mí muchas veces oía:
¡Dios! ¿por cuál motivo
tiene éste el corazón tan alegre?
Ahora he perdido todo mi aplomo
sustentado en amoroso tesoro;
por donde pobre quedo,
de modo que el rimar me da tristeza.
Pues bien! Queriendo ser como aquellos
que por vergüenza celan sus carencias,
de afuera muestro alegría,
y dentro del corazón me consumo y lloro.

Este soneto tiene dos principales partes: porque en la primera intento llamar a los fieles de Amor por aquellas palabras del profeta Jeremías: O vos omnes, qui transitis per viam, attendite et videte, si est dolor sicut dolor meus (7), y rogar que sufran oírme; en la segunda narro el lugar donde Amor me había puesto, con otro entendimiento que las extremas partes del soneto (8) no muestran; y digo por ello que yo he perdido. La segunda comienza aquí: Amor, no ya.