viernes, 27 de marzo de 2009

Sobre etymologia de Amor

A pesar de la sencillez, aparente, del término amor y sus valencias de sentido, mucho se puede decir al respecto de su origen. Aquí va un adelanto. Según la etimología al uso la palabra amour en francés revela que se trata de un préstamo del provenzal, ya que la evolución fonética regular convirtió el latín amor en ameur, que cedió su paso a una nueva palabra, así como a un nuevo concepto. Los franceses no empezaron a hablar de amor (en el sentido primordial) hasta que recibieron la palabra y la idea de la corte de Provenza (recordemos, patria del amor cortés). En castellano, quizá la palabra tampoco proceda directamente del latín amor, sino que haya llegado también a través del provenzal. El correspondiente verbo amar nunca se ha empleado de modo popular en España, ni en la mayoría de Latinoamérica. Normalmente, los enamorados hispanos expresan su amor con un te quiero más que con un te amo. Un derivado popular de la palabra amor que, muy probablemente, procede del latín, es el que forma parte de la locución por mor de, a causa de algo. En latín, además, la palabra tampoco era autóctona. Proviene de los etruscos y, quizá, se relacione con madre. En español, ambos conceptos se hallan, en numerosas ocasiones, unidos en frases estereotipadas (mi mamá me ama o amor de madre, símbolo este último de amor incondicional). En euskera, por ejemplo, ama significa madre. Totalmente descartables, por falsas y totalmente especulativas, son las teorías etimológicas que refieren amor como a (sin) y mor (muerte), de ahí eternidad (además, la raíz de amor es amos, cuya s final, por rotacismo, se convierte en r, de modo que es la suma del lexema am y el sufijo or, en tanto que a no es un prefijo latino, sino griego), así como la ingeniosa desde la muerte (mori+a, en donde a es desde). Así pues, detrás de la aparente simplicidad del término existe un trasfondo sutil que, sin duda, debe haber influido en el amplio abanico de posibilidades semánticas de la palabra a lo largo del tiempo.
Julio López Saco

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