jueves, 25 de noviembre de 2010

VITA NUOVA XIV-XXV

XXIV

Después de esta vana imaginación, ocurrió un día que, estando yo sentado pensativo en alguna parte,de nuevo yo sentí que se iniciaba un terremoto en el corazón, como si hubiera estado presente ante esa dama. Digo entonces que me alcanzó una imaginación de Amor; que me parecía verlo venir de aquella parte donde estaba mi dama, y parecíame que alegremente me decía en mi corazón: Piensa en bendecir el día en que te tomé, porque es tu deber hacerlo. Y en verdad me parecía tener el corazón tan contento que no me parecía que fuera mi corazón, dada su condición nueva. Y poco después de estas palabras que el corazón me dijo con la lengua de Amor, vi venir hacia mi a una dama gentil, que era de famosa belleza, y que había sido ya muy señora de aquel mi primer amigo. Y el nombre de esta dama era Juana, salvo que por su belleza, según como otro cree, le había sido impuesto el nombre de Primavera; y así la llamaban. Y detrás de ella, mirando, vi venir a la admirable Beatriz. Estas damas pasaron junto a mi así una detrás de la otra, y parecía que Amor me hablaba en el corazón, y me decía: La que va primero es llamada Primavera sólo por esta venida de hoy; que yo impulsé al que le impuso el nombre a que la llamara así Primavera, es decir "primera vendrá" (7) el día que Beatriz se muestre después de la imaginación de su fiel (8) . Y si quieres también considerar su primer nombre, es decir "primera vendrá", verás que su nombre de Juana es de aquel Juan que precedió a la verdadera luz, diciendo: Ego vox clamantis in deserto: parate viam Domini (9). Y también me parecía que me decía luego, estas, palabras: Y quien quisiera sutilmente considerar, llamaría a aquella Beatriz Amor, por la mucha semejanza que tiene conmigo. Y yo después rememorando, me propuse escribir en rima a mi primer amigo, callando ciertas palabras que parecían de callar, creyendo yo que todavía su corazón mirase la belleza de esta Primavera gentil; y dije este soneto, que comienza así; Sentí yo en mi corazón.

SENTI YO EN MI CORAZON QUE DESPERTABA
un espíritu amoroso que dormía;
y luego vi venir de lejos a Amor tan alegre,
que a penas lo reconocía,
diciéndome: - Piensa bien ahora en honrarme -,
y cada una de sus palabras reía.
Y estando un poco conmigo mi señor,
mirando a aquella parte de donde venía,
vi a doña Vana y doña Bice (10)
venir al lugar donde yo estaba,
una detrás de la otra maravilla;
y, así como la mente me repite,
Amor me dijo - Aquella es Primavera,
y llámase la otra Amor, que tanto se me asemeja.

Este soneto tiene muchas partes: la primera de las cuales dice cómo sentí despertar el temor alojado en el corazón, y cómo pareció que Amor se me aparecía alegre en mi corazón viniendo de lejos; la segunda dice cómo me parecía que Amor me decía en mi corazón, y cuál me parecía; la tercera dice cómo, porque éste estuvo un tanto conmigo alegre, vi yo y oí ciertas cosas. La segunda parte comienza aquí: diciendo: - Piensa bien ahora; la tercera aquí: Y estando un poco. La tercera parte se divide en dos: en la primera digo lo que vi; en la segunda digo lo que oí. La segunda comienza aquí: Amor me dijo.

XXV
Podría aquí dudar una persona digna de declarar todas sus dudas, del hecho de que yo siempre llamo a Amor como si fuera una cosa en sí, y no solamente substancia inteligente sino en cambio como si fuera sustancia corporal: lo cual, de acuerdo a verdad, es falso; porque Amor no es en sí como una sustancia, sino un accidente en sustancia. (1) Y que yo hable de él como si fuera cuerpo, inclusive también como si fuera hombre, se ve por tres cosas que digo de él. Digo que lo vi venir; por donde, como sea que venir diga movimiento corporal, y localmente móvil en sí, según el Filósofo, lo sea solamente el cuerpo, se ve entonces que pongo que Amor es cuerpo. Digo también de él que reía, inclusive que hablaba; lo cual son cosas propias del hombre, y especialmente el ser risible; y así se ve que pongo que él es hombre.

Para aclarar estas cosas, como es conveniente al presente, primero hay que entender que antiguamente no había decidores de amor en lengua vulgar, pero había ciertos poetas decidores de amor en lengua latina; entre nosotros, aunque tal vez entre otras gentes haya ocurrido y ocurra todavía, como en Grecia, que estas cosas la trataban no los poetas vulgares sino los letrados. Y no pasaron muchos años antes que aparecieran por primera vez estos poetas vulgares; que decir por rima en vulgar es tanto como decir por verso en latín, de acuerdo a una cierta proporción. Y señal que fue hace poco tiempo es que si quisiéramos buscar en lengua de oc y también en la de si (2), no encontraríamos que se hayan dicho cosas más allá de los últimos ciento cincuenta años. Y la razón de que algunos rudos tuvieron fama de que sabían decir, proviene de que fueron casi los primeros que dijeron en lengua de si. Y el primero que comenzó a decir como poeta vulgar, se movió a ello porque quiso dirigir sus palabras a una dama, para quien era difícil entender los versos latinos. Y ésto es contra aquellos que riman sobre otra materia que no sea la amorosa, porque resulta que dicho modo de hablar fue hallado desde el principio para decir de amor. Por donde como sea que a los poetas se conceda mayor licencia de hablar que a los decidores en prosa, y que estos decidores en rima no son sino los poetas vulgares, digno y racional es que les sea concedida una mayor licencia de hablar que a los otros habladores vulgares; por donde, si alguna figura o color retórico se concede a los poetas, está concedido también a los rimadores.

Ahora bien, si vemos que los poetas han hablado a las cosas inanimadas como si tuvieran sentido y razón, y las han hecho hablar entre sí; y no solamente cosas verdaderas, sino cosas no verdaderas, es decir que han dicho de cosas que no existen que hablaban, como si fueran substancias y hombres; digno es el decidor de rima de hacer lo semejante, pero no sin razón alguna, sino con razón, la cual luego sea posible abrir en prosa (3). Que hayan hablado así como se ha dicho los poetas, se ve por Virgilio que dice que Juno, es decir una diosa enemiga de los Troyanos, habló a Eolo, señor de los vientos, allí en el primero de la Eneida (4): Aeole, namque tibi, y que este señor le respondió aquí: Tuus, o regina, quid optes explorare labor; mihi iussa capessere fas est. Por este mismo poeta habla la cosa que no está animada a las cosas animadas, en el tercero de la Eneida allí: Dardanidae duri. Por Lucano habla la cosa animada a la inanimada, allí: Multum, Roma, tamen, debes civilibus armis . Por Horacio habla el hombre a su ciencia misma como si fuera una otra persona; y no solamente son palabras de Horacio, pero las dice casi como recitando a la manera del buen Homero, allí en su Poetria: Dic mihi, Musa, virum.. Por Ovidio habla Amor como si fuera una persona humana, en el comienzo del libro que tiene por nombre Libro de Remedio de Amor, allí : Bella mihi, video, bella parantur, ait. Y por ésto puede quedar demostrado a quien duda de alguna parte de éste mi libro. Y para que no ose tener algún atrevimiento persona ninguna ruda, digo que ni los poetas hablaban así sin razón, ni los que riman deben hablar así si no tienen algún razonamiento en sí mismos de aquello que dicen; porque gran vergüenza sería para quien rimando cosas bajo vestimenta de figura o de color retórico no podría después, preguntado, saber desnudar sus palabras de tales vestidos, con el fin de que se lograra un veraz entendimiento. Y aquel mi primer amigo y yo sabemos mucho de esos que riman así estúpidamente.

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