jueves, 25 de noviembre de 2010

VITA NUOVA XXXII-XXXIV


XXXII
Después que fuera dicha está canción, vino a mi uno que, según el grado de amistad, es amigo mío inmediatamente después del primero, y era tan estrechamente consanguíneo de esta gloriosa, que nadie le estaba más cerca. Y después que estuvo discurriendo conmigo, me rogó que yo le debería decir alguna cosa para una dama que había muerto; y disimulaba sus palabras para que pareciese que hablaba de otra que ciertamente también estaba muerta: por donde yo, apercibiéndome que se refería solamente a esta bendita, le dije que cumpliría lo que pedía su ruego. Por donde después, pensando en ello, me propuse hacer un soneto en el que me lamentara un poco, y que lo daría a este mi amigo, de tal forma que pareciera que lo había hecho para él; y dije entonces este soneto que comienza: Venid a oír estos suspiros míos. El cual tiene dos partes: en la primera llamo a los fieles de Amor a que me escuchen; en la segunda me refiero a mi miserable condición. La segunda comienza en: Los que desconsolados.

VENID A OIR ESTOS SUSPIROS MIOS,
¡Oh almas gentiles!, que piedad lo quiere;
los que desconsolados salen afuera,
que si no existieran, de dolor yo moriría:
porque mis ojos serían deudores,
mas veces de lo que yo querría
¡ay!, de llorar tanto a la dama mía,
que desahogara el corazón, llorándola.
Vos los oiréis llamar frecuente
a mi dama gentil, que se ha ido
al siglo de su virtud digno:
y despreciar entonces esta vida
en la persona del alma adolorida
abandonada de su salud.

XXXIII
Después que hube dicho este soneto, pensando que era el que me había propuesto dárselo como si lo hubiera hecho para él, vi cuan pobre era mi regalo y cuan desnudo para persona tan íntima de aquella gloriosa. Sin embargo, aunque yo le daría el susodicho soneto, me puse también a escribir dos estancias de una canción, una en verdad para él, y la otra para mi, bien que puedan parecer ambas como dichas para una sola persona a quien no observa sutilmente; pero quien sutilmente la mire verá claramente que son diversas las personas que hablan, por el hecho que una no llama a esta su dama, y la otra sí, como manifiestamente aparece. Yo le di a él esta canción y el precedente soneto, diciéndole que los había hecho sólo para él. La canción comienza Cuantas veces, y tiene dos partes: en una, es decir, en la primer estancia, se lamenta este mi caro pariente de ella; en la segunda me lamento yo, es decir, en la otra estancia, donde dice: Y se percibe. Y así se ve que en esta canción se lamentan dos personas, una de ellas se lamenta como hermano, la otra como siervo.

CUANTAS VECES ¡AY DE MI! RECUERDO
de que ya nunca más volveré
a ver la dama por la que voy tan dolido,
tanto dolor en torno al corazón acumula
la dolorosa mente
que digo: "Alma mía, ¿qué no te vas?
pues los tormentos que arrastrarás
en el mundo, que te es ya tan fastidioso,
me agobian de pavor".
Entonces llamo a la Muerte
como a mi suave y dulce reposo,
y digo "Ven a mi" con tanto amor,
que de todo el que muere estoy celoso.

Y se percibe en mis suspiros
un acento de piedad,
que de continuo va llamando a la Muerte:
hacia ella van todos mis deseos
ya que mi dama
fue alcanzada por su crueldad;
porque el placer de su belleza
sustraído de nuestra vista,
volvióse espiritual belleza grande,
que por el cielo expande
luz de amor, que a los ángeles saluda,
y el intelecto de ellos alto, sutil
se maravilla, tanto es gentil.

XXXIV
En el día en que se cumplía el año de que esta dama pasó a ser parte de los ciudadanos de la vida eterna, estaba yo sentado en un lugar donde, acordándome de ella, dibujaba un ángel sobre una tablilla: y en tanto lo dibujaba, volví los ojos, y vi junto a mi a hombres a lo cuales correspondía honrar. Y miraban lo que yo hacía; y de acuerdo a lo que después me dijeron, habían estado allí un cierto tiempo antes de que yo me apercibiera. Cuando los vi me levanté, y saludándolos, les dije: Otro estaba hace poco conmigo,porque yo pensaba . Por donde habiendo ellos partido, me volví a mi trabajo, es decir a dibujar figuras de ángeles, y haciéndolo, me vino al pensamiento decir palabras, como en conmemoración, y escribirle a estos que habían venido a mi; y dije entonces este soneto que comienza: Vino a.; el cual tiene dos comienzos, por lo que lo dividiré de acuerdo al uno y al otro. Digo que de acuerdo al primero, este soneto tiene tres partes: en la primera digo que esta dama estaba ya en mi memoria; en la segunda, digo lo que Amor hacía en mi; en la tercera hablo de los efectos de Amor. La segunda comienza en: Amor, que; la tercera en: Llorando se iban fuera. Esta parte se divide en dos: en una digo que todos mis suspiros salían hablando; en la otra digo que unos decían ciertas palabras distintas de los otros. La segunda comienza: Pero aquellos. De esta misma manera se divide el segundo comienzo, salvo que en la primera parte digo cuándo esta dama había venido así a mi memoria, lo que no digo en el otro.

Primer comienzo.
VINO A MI MENTE
la dama gentil que por su valía
fue puesta por el altísimo señor
en el cielo de la humildad, donde está María.

Segundo comienzo.
VINO A MI MENTE
aquella dama gentil que Amor llora,
en aquel punto en que su valor
os trajo a mirar lo que yo hacía.
Amor, que en la mente la sentía
se había despertado en el corazón quebrado,
y decía a los suspiros: "Salid fuera";
por lo que cada uno dolido se salía.
Llorando fuera de mi pecho salían
con una voz que frecuentemente lleva
las lágrimas dolidas a los ojos tristes.
Pero las que salían fuera con mayor pena,
iban diciendo: "¡Oh noble intelecto,
ya hace un año que al cielo fuistes"..

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